Este pequeñito se sentó allí, por minutos, fijando su mirada, digo yo que a la nada, pero quien sabe. Le he tomado esta foto y me vienen tantos sentimientos al verla, tal vez y es reflejo de mi estado de ánimo, tampoco lo sé.
Esta fue mi última salida social antes del confinamiento, de esas improvisadas, pero afortunadamente bien aprovechada. De esas en las que pierdes la noción del tiempo, con una buena compañía, con risas que duelen, una caminata frente al mar, en un perfecto día de verano y una brisa refrescante. Definitivamente, digna de repetir.