Multitud, una bebida y sonrisas inocentes

Como muchos, soy de aquellas personas con ese hábito de dejar algunas cosas para último momento, aún hoy no había terminado de comprar los presentes para Navidad, así que decidí ir temprano al centro comercial en busca de esos obsequios. Por supuesto, el lugar estaba abarrotado, después de tanto caminar tome una pausa y fui por una bebida, que fue sin lugar a dudas la que más tiempo me ha llevado tomar y una de las que más he disfrutado.

Las mesas del lugar están justo frente a un gran árbol de navidad y una pequeña «cabaña», para aquellos que quieren tomarse fotos o compartir con Santa. Me llamo poderosamente la atención la alegría de un niño en fila por entrar a ver a Santa. Por lo general en momentos como estos, nos concentramos más en las compras, en los obsequios o el agobio por la multitud,  siendo ajenos a lo que sucede a nuestro alrededor, a aquellos destellos de alegría y esos pequeños detalles que nos regala el espíritu navideño. Aquella fila cada vez se hacía más larga, muchos como yo, se pararon a observar a esos pequeños; su impaciencia por entrar reflejada en sus saltos, sus sonrisas y su inocencia, era realmente hermoso. La alegría de esos niños, contagiaba de inmediato, después de un tiempo tenías pegada la misma sonrisa de esos peques, creo que tal vez es el niño interior que se nos despierta en ese instante. Tal vez es eso justo lo que necesitamos, contagiarnos de esa inocencia, desinhibirse y disfrutar de los detalles que nos regala la época.

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Recuerdo cuando era pequeña, cada año mi madre me llevaba a tomarme una foto con Santa, no me falta una sola foto hasta cuando tuve 10 años, luego de eso, ya de adulta, llegue a tomarme una que otra foto con familia y amigos, como parte de la idea de alguien más o alguna broma. Pero esta fue la única de las tradiciones navideñas que abandone, soy de esas personas que ama la navidad y cada parte de ella, para mí es simplemente el mejor mes del año, y la imagen de hoy me quedo rondando el resto del día, me recargó de energía y me llevo a preguntarme, ¿Cuándo deje de ser parte de esos niños? ¿Aún queda algo de ella en mí? Qué hay de ustedes mis queridos lectores. ¿Cómo anda su niño interior?… Por mi parte, tal vez mañana regrese por esa foto.