Las cartas que nunca voy a entregar

Si me conoces, a la primera pensarás que soy una persona muy cerrada, hasta podrán tildarme de insensible, pues siempre me ha resultado bastante difícil eso de comunicar mis sentimientos abiertamente. Pero mi cruda realidad es que soy bastante sensible, y en ocasiones han entrado a mi vida personas que han abierto esa puerta, a veces termino vaciando todo lo que tenía reprimido de un tirón, algunas lo han halagado, otras se han convertido en parte fundamental de mi vida, a otros no les pareció muy conveniente, hasta me llamaron débil por ello. Con algunos se puede, otros simplemente se irán.

Si hay algo que carcome lentamente, es aquello que nunca dijimos, porque no fuimos capaces o porque no nos lo permitieron. Eso lo he sufrido intensamente en un profundo silencio, porque nunca me arrepentiré de hacer saber a esas personas capaces de abrir esa cerradura de la sensibilidad lo que significaron en mi vida. Pero qué pasa con esas personas que al abrir la puerta deciden dar media vuelta e irse…

Dicen que escribir resulta terapéutico, y precisamente esa ha sido mi respuesta desde hace años. Vaciar todo aquello que no pudo ser dicho en papel, como si estuviera frente a mí a quien son dirigidas esas palabras. He reído, he llorado, han venido recuerdos perdidos, he perdonado, me he perdonado, he dado el último adiós, he encontrado la libertad. Es por ello que, Cierro capítulos escribiendo cartas que nunca voy a entregar.

A mi estrella fugaz

A mi estrella fugaz

Pero a mí me tocó enamorarme de una estrella especial, una estrella fugaz, de esas que de repente pasan por tu vida, te iluminan, te atrapan, te ciegan, te llenan de momentos, de sonrisas y se van igual de rápido, dejando una estela de recuerdos, lágrimas y la oscura soledad.

Hace un tiempo me encontré con esta frase y con los años me he percatado que casi todos contamos con esas estrellas fugaces en nuestras vidas, no me refiero a lo romántico únicamente, sino a «personas especiales y fugaces» personas que pasan por nuestra vida por un corto período de tiempo y nos marcan de tal manera que las recordaremos siempre.

Les contaré una pequeña anécdota personal. Estaba en la universidad, estudie Cirugía dental, estaba en el peor momento, sentía que todo iba mal, a tal punto que considere abandonar la carrera. Aunado a esto, había terminado una relación hace un par de años de forma caótica, de esas relaciones que te dejan un sabor amargo y que al pasar los años te preguntas si seras capaz de conocer a otra persona. Así es, me sentía muy sola. Cuando estamos agobiados en problemas es cuando más sentimos la necesidad de compartir nuestra vida con alguien, porque pensamos que nos ayudará a sobrellevar nuestra carga.

En fin, en este período estaba haciendo rotaciones por diferentes hospitales y llegue al último que me correspondía, por supuesto con cero ganas y considerando seriamente huir de todo. Hasta que un buen día apareció mi estrella fugaz, con su saludo cortes cada vez que lo veía y su espectacular sonrisa, logro cautivarme. Me dio felicidad y alegría, me impulso a salir de mis problemas y por supuesto me hizo entender que por fin había olvidado mi relación anterior y estaba sintiendo algo especial por otra persona. Aunque no concretamos nada porque todo paso rápidamente, y por supuesto que me dio algo de tristeza no continuar la relación de amistad; hoy en día siento un agradecimiento infinito, porque sin saberlo me hizo sentir tantas emociones, curo mi corazón y me regalo la paz que había perdido hace un buen tiempo.

Muchas veces, estas personas que tocan nuestras vidas ni siquiera logran percatarse de la influencia que tuvieron en nosotros y desaparecen de tal forma que no les llegamos a contar o dar las gracias por el cambio que ejercieron. Por otro lado, algunas veces el cuento no es tan bonito, porque son estrellas que nos causan dolor. Así que tengamos en cuenta algo, ya sea para bien o para mal influencian nuestra vida, regalándonos felicidad, lecciones o tristeza; si son de esas estrellas dolorosas también agradezcamos ya que estás nos fortalecen y nos ayudan a forjar nuestro carácter.

Por último creo que deberíamos agradecer a estas personas, yo no lo pude hacer, pero guardo la esperanza de volver a encontrar mi estrella fugaz y agradecerle por aparecer en mi vida. Imagínense recibir el agradecimiento por «haber tocado mi vida».